Instituto Campechano Historia
El Instituto Campechano, principal Centro de Educación Superior en el Estado de Campeche, emana por sucesión directa de los Colegios Clericales de San José y San Miguel de Estrada, que prestaron sus servicios educativos desde mediados del siglo XVIII hasta mitad del siglo XIX.
La transformación de los antiguos colegios clericales en el principal centro educativo del Estado, que hoy imparte el servicio en concordancia con los métodos y sistemas modernos de enseñanza. El trivium y el cuadrivium escolásticos quedó sustituido por un amplio programa de enseñanza que armonizó el espíritu liberal que dominaba en la mitad del siglo XIX con las aspiraciones de la juventud que ya deseaba ensanchar sus conocimientos y generalizar sus investigaciones en materia científica. De este movimiento de emancipación espiritual surgió el Instituto Campechano en el año de 1860.
En el año de 1715, algunos misioneros jesuitas dieron principio a la construcción de la Iglesia y Convento de San José que fue asiento del Colegio Clerical del mismo nombre, que principió a impartir el singular beneficio de la instrucción en el año de 1756, con el auxilio material de Don José María Santillán y Doña María del Huerto, su esposa que donaron la suma de $30,000 treinta mil pesos destinados a la fundación de la Escuela. Contando esta institución con un patrimonio propio, que a voluntad administraba, y principió sus labores educativas y fue de verse que los vecinos de la región correspondieron a los afanes de los fundadores concurriendo a las aulas a recibir beneficio de la instrucción.
Por la época en que tales incidentes ocurrían, México entraba de lleno a la vida independiente y recibía los beneficios de una completa evolución en el orden ideológico. El Distrito de Campeche aceptaba de buen grado todas las conquistas del progreso y se desligaba también de la tutela colonial modificando la estructura de sus instituciones de acuerdo con las orientaciones que se implantaban como consecuencia del Plan de Iguala. La transformación en verdad, no fue ni completa, ni súbita, pero se hacia notar su acción en todos los actos de la vida social. La instrucción pública quedó asimismo afectada por éste cambio ideológico, y se hizo sentir la ingente necesidad de sustituir el desaparecido Colegio Clerical de San José con otro centro docente de mayor acción, que respondiera a las exigencias del período histórico que se iniciaba.
El Seminario Clerical de San Miguel fue el inmediato antecesor del Instituto Campechano. Al extinguirse aquel a fines de 1859 surgió el Instituto como consecuencia de un cambio radical que el movimiento liberal de Ayutla produjo en el orden de las ideas en las principales estructuras sociales.
Se debió principalmente a las constantes y eficaces gestiones de los patriotas liberales Don Pablo García y Don Tomás Aznar Barbachano, ambos distinguidos alumnos del Colegio Clerical de San Miguel, la creación del nuevo centro de educación superior que las ideas dominantes reclamaban.
El impulso inicial de esta transformación en los sistemas de enseñanza, fue obra casi exclusiva del señor Lic. Don Tomás Aznar Barbachano, que fue quien proyectó y formuló el nuevo Reglamento a que debía sujetarse el amplio plan de estudios del Instituto Campechano, que garantizaba a los alumnos el derecho de adquirir una instrucción más completa, más amplia, más positiva que la que impartía el Seminario, el cual por su carácter peculiar y por sus fines privativos, no podía adaptar en su sistema los nuevos métodos de investigación científica. Al iniciar sus labores el Instituto, se inscribieron ciento treinta y ocho alumnos, que se distribuyeron en los distintos cursos que quedaron abiertos. Funcionaron como anexas a las Escuelas de Medicina, Farmacia y Jurisprudencia, ésta última a cargo del erudito y elocuente orador, el Lic. Don José María Regil Estrada, de grata memoria.
Es de lamentarse que el original patrimonio con el que el Instituto se sostenía haya desaparecido casi en su totalidad pues hoy se sostiene con el contingente económico que le prestan sus alumnos y el Gobierno del Estado. Es de desearse que el Instituto entre en un período de franca rehabilitación económica, para que su acción docente siga desarrollándose sin mayores obstáculos.
A pesar de esta circunstancia se han conservado y funcionan normalmente sus gabinetes de física y química que prestan sus servicios en la enseñanza experimental de tales ciencias. Cuenta, además con un amplio museo de historia natural y una biblioteca, de más de cinco mil volúmenes entre obras antiguas y modernas.
En común acción profesores y alumnos hacen esfuerzos por reconquistar la edad de oro del Instituto.
Lic. Manuel Lavalle Barret
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